domingo, 29 de mayo de 2016

había una vez

luego del alerta
el sol devora las aguas de tul celeste
las naves zarpan       no hay premisas
pesca y serenidad impávidos

horas más tarde
un empellón de la naturaleza   lucha    pánico
aferrados a las manos del sí o el no

las olas babean lanchas de crepé amarillo

Amapola llora junto a sus tripulantes
ante el secuestro
Angelito desesperado despliega sus alas
cable trágico de un cuerpo a otro
haciendo el amor

pero ella no resiste    se va y se van
porque el peso oscuro de la muerte
los arroja hasta el fondo
donde duerme su boca

rostros pétreos de otros barcos
ojos vidriosos    desorientados piden explicación

pelo bañado     barbas moradas
últimos alientos

el frío invade los cuerpos
con una burla negra

jueves, 26 de mayo de 2016

homenajes

caminaba sobre la cubierta observando
las pupilas curiosas del mar
verdes     celestes

decía- che Emilio, tensá las redes-
y a este le rengueaba la consciencia 
lo carcomían las escamas tornasoladas
raspándose unas contra otras 

rodeaba la proa danzando estrepitoso 
por la presencia del cardumen 
ante la mirada de todos
roídos por la desesperación

-¡che levanten!- decía
y carcajeaba con sus dientes amarillos

el pescado rebotaba       cristalino
hacía pensar en alcancías repiponas 
en el algodón de azúcar de los niños

pero a pesar de los gritos y la dicha
siempre tenía un recuerdo tibio
hacia Amapola y Angelito 

domingo, 22 de mayo de 2016

lanchita amarilla

jineteando los estadios de la mar    camina
entre vivos países y muertas fronteras
en la hembra del hambre se suma a la lucha
tiemblan los límites ante su paso

como si no tuviera cuerpo
se despoja de su imponencia
y nada al descubierto

es escudo y sensibilidad
apogeo tierno de animales acostumbrados
seres errantes para certeros martirios

nave herida y rabiosa       persevera
y así se va comiendo todo el sur

destajo

como quien no entiende el lenguaje de los changarines
en el puerto se suceden los enjuiciamientos
hábitos renegridos les adornan el cuello con dogales fríos

colocan pinzas en sus narices respingadas
para que no los aborde el aroma portuense

mientras tanto
con ganchos arrancan cajones repletos
a sus hermanas amarillas

hombres sin llantos    apilan esperanzas
en camiones escarchados
plumas y cables de acero levantan días por venir

soldaduras inamovibles en las manos de los ideales
en la consigna de cada trabajador
el contrato a destajo cura los labios

jueves, 19 de mayo de 2016

marinero

con la esperanza de rasgar las aguas
trabajo en la pesca
la lancha como un viento oxidado me encamina

hay un veneno de medusa en el esfuerzo
una pérdida del equilibrio por modificar el mañana

de hecho
en este abolir con redes los días momentáneos
abandonan mi ser los sudores más intensos

es decir
soy la textura del futuro
los huesos hilarantes que interpretan sus sueños

y se rompen tan solo
con la mirada del deseo

miércoles, 11 de mayo de 2016

altamar

llevan el corazón atado con alambre
en los sabañones de la conciencia se lastima el sacrificio

altamar solitaria         pesca y desazón
cable de acero en la fractura       en la dignidad
en la indignación        sobre la sangre enchastrada
anémica rabia

una hélice zumbando contra el pecho
dentro de las cuerdas y la camilla
permanecen los esfuerzos más honestos

luego volar hacia la costa      hasta los algodones
que contienen el flujo de los últimos minutos
dominando la expectativa     corriendo detrás de la suerte

la angustia de los amados colmando los deseos
tiempo negro     cuerpo tibio
aguardando que resucite el porvenir

sábado, 7 de mayo de 2016

espera

salpica salpica
el yo    el superyó
instalados en la dentadura amarillenta
que parafrasea           que mastica otros tiempos

la difunta esposa        los besos debajo de la piel
los brotes de silencio           de preguntarse por qué

detrás de los ojos se pasean las coronas
arrojadas cada año sobre la frente de los ahogados

el tránsito de los hijos sobre el oficio
envejecedora labor      humedad que encapsula los huesos
doloridos engranajes entre la carne

salpican salpican
los dueños de la mar       las anclas mudas
incrustadas en el fondo      en los eslabones libres

libertinas pupilas apresando la línea cielomar
boca tajeada                 reseca de contar historias
de pedir auxilio              como si Dios
fuera una gaviota risueña clamando paciencia
escarbando en la soledad
capa por capa de un corazón derrotado

retrasando el día en que el último grito
se una a los ausentes

herencia

nadadoras amarillas   hacia la mar henchidas
orgullo y trabajo
a diferencia de las blancas navecitas de los niños blancos

coronadas de gaviotas y albatros
zarpan a recobrar el alimento puro
tesoros azules con derechos para los que día a día

pescadores pioneros enseñan a peones
valor al sacrificio
a dejar herederos sobre las palmas del suelo

suela gastada de ir y venir
de cargar y soportar    de amar el arte de los abuelos

como un Quinquela
un libro con olor a sal

en un canasto de mimbre
duermen las historias

vida o muerte

en medio de la inmensidad           de las cortinas de agua
plateadas        como cada golpe de relámpago
a fuerza de gritos   motores y rezos incrédulos
trata de regresar           los sentimientos y los miedos
atraen la estructura

es un imán de prejuicios            herida de nácar y níquel  
media cápsula entregada al sí o al no del azar
azahares se esparcen desde las súplicas de la costa

estallan las olas contra la idiosincrasia de sus ocupantes
la lucha es interminable lucha
al igual que la de todos

bruma           blanca mejilla de ángel
anuncia el alivio          de vida o muerte
de muerte debida

en la espesa serenidad
de un nuevo tiempo

miércoles, 4 de mayo de 2016

naufragio

¡y aquí es a dónde pertenecen!

donde las olas salpican esposas           escupen hijos
corvinas tornasoladas     esporas      esperas
sirenas prostituidas     acumulación de futuros niños
frutos de mar    frutos del amor

pero todo trata de volver en sí
a la realidad de este barco que ingresa por la ranura fértil del mar
por rías purpuras       escuetas y recónditas

desde arriba caen los espejos en los que sonríen las estrellas
hay que recuperar la rutina
huir de esta hoguera de agua y susurros
recoger los espineles dorados
donde pernocta la ilusión           las pulsaciones

pero esta nave debe regresar al fraude de todos los días
dónde estamos intactos
haciendo lo que cada mente quiere
es exultante deliberar con la existencia y la abstracción
ser rehenes de nuestras propias consciencias

mientras continúa acariciándonos el nácar de sus gotas...

es imposible retornar del sitio
en que duerme la libertad

encallado

quedan navegaciones    naufragios    y hasta amores
en su esqueleto clavado en la arena como una jabalina
arrojada por las manos salitrosas del océano

los gritos de cada marino están pegados
en las paredes de su cuerpo
sujetándose como gotas de cera

con dientes afilados el agua devora
la totalidad de su anatomía
la pintura
          desde hace años fue liberada de su celda

y si bien es una figura pintoresca
para quienes disfrutamos de sacrificios ajenos
su sangre amarronada
con el peso aumenta el volumen de su extinción

en su memoria no quedará más que algún poema
y el recuerdo de que algún día
por primera vez zarpó

portuarios

en su guinche sagaz y atento
como un ñandú
imposta el cardumen azul

los caminantes aún sin sus ataúdes
con figuras de jueces como ocurre siempre en estos casos
lo sentencian a morir en vida

la palabra se descarna cuando se defiende de lo injusto
saltíca en el asfalto bacheado
lustrando los rieles de trasladar barcos

entre los operarios se arremolinan las frases
en el vapor de sus voces

absurdo no devolver con encomio
un destello de admiración

corridas    silbatos   y maquinarias
aúnan el futuro pieza a pieza

detrás de cien mil escamas
el trabajo es llevado en andas


Panes y peces

entre signos de miseria
instalados a bordo camina un hombre
brazo colmado de peso y bolsillos al revés

con hielo picado amedrenta la euforia
mientras estalla un cajón contra otro aguardando la pesca

el motor infla su pecho buscando tibieza y serenidad
los compañeros repiquetean con sus botas acelerando el trajín

la coraza abre las aguas para multiplicar peces
y panes en los dedos de cada ser
en las comisuras de las sienes
protegidas por sus manos de red

naciendo

 hay ahí una eternidad un sendero donde me paro y mis manos son íntimas placebo de sus pieles voces de mi intelecto a quién acudo de vez en ...