Mi vida muerta,
muere y vive
en cada partícula
de este minuto interminable.
Dulce bilis
prisionera de la Libertad.
Historia de lo desconocido,
inevitablemente serás.
Espinosa flor,
colorida sepia
que a mi sonoro corazón
tratas de callar.
Palabras huérfanas de voz
se guarecen
en mi racional inconsciente.
Y mi amor odioso
te sujeta sin manos,
huele tu insípida piel
perfumada de vos...
Ya el seco rocío
y la bruma transparente del mar
me cobijan de frío.
Ya debo partir en mi sitio,
escuchando el dulce canto
de la blasfemia.