sábado, 5 de marzo de 2016

navegar

entrecejo salitroso atisba una lobería
donde los abrazos son eternos
clamores   aromas    cañas sujetando lo cotidiano
autos que van y vienen sobre la Escollera Sur

lanchita amarilla que con esfuerzo abre las aguas
marinos jóvenes con arrugas precoces
sacrificio y lucha desafiando tempestades
deseando el cardumen cerca
para volver a empezar

malacate trémulo entre las manos aceitadas
en el dolor y el rayo
en la valentía que logra que la muerte
se rompa en pedazos

fileteros hora seis

oídos en la radio que vocifera trabajos
los profetas multiplican pescados
descaman y cuerean    separan espinas atravesadas
en la garganta del mañana

espuma blanca invade sus cuerpos
como ángeles hacinados enumeran piezas
hielo picado entre las botas de ganarse el pan

sirena de ida y vuelta
mate y facturas en el aliento del descanso
en la palma del día
piedra  cuchillo cantan y relajan
chaira alimentada a escorias viejas

una cámara frigorífica inventa inviernos atroces
lejía    limón ahuyentan fantasmas del aroma

bicicleta y hogar
para esperar de nuevo las seis

botella ahorcada

golpes y maquinaria a los gritos
en el astillero paridor de naves

decenas de Noé repasando tuercas y chapas
con la esperanza de siempre

del primero al diez una sonrisa
luego de nuevo a empezar a taparle la boca al óxido

siempre hay alguien aguardando urgente
echarse a la mar
siempre hay sal con los dientes afilados
escupiendo voracidad

proa impaciente por cortar las aguas y abrazar al viento
a expulsar el ancla para que conozca el fondo
popa afilada para una carambola de remolinos
y resguardo

una botella ahorcada aguarda dar a luz

luchas

sentir escalofríos
apoyado en un mástil carcomido
azotado por retazos de una ex bandera

¿ en qué sector de la lancha desvencijada
poner la imagen de los que esperan más allá de la costa?

¿qué trozo de billete corresponde al día de hoy?

el aliento se mezcla y se pierde entre la bruma
porque hay dibujos que no vinieron con las manos
el día de su nacimiento

las aguas sujetan las redes hacia abajo
hay peces golpeando las mallas con su propia muerte
dejando los ojos vencidos    fijos a sus vencedores

el día atestigua una nueva lucha
la que siempre gana el patrón

naciendo

 hay ahí una eternidad un sendero donde me paro y mis manos son íntimas placebo de sus pieles voces de mi intelecto a quién acudo de vez en ...