lunes, 29 de abril de 2013

Hijo del asfalto

Me indigno en la respuesta pobre que dicta
 “debe ser un chico de la calle” como si la vía tuviera úteros 
empedrados entre los durmientes.

Maximiliano Costa Martínez

una flor en la esquina del descanso

un cepillo enjabonado
                             y su escurridor de lágrimas

ahí está
sorteando instantes
porque quizás
                 alguno será el último

hasta que la noche
abra sus inmensos ojos

para llevarlo en brazos
a su cuna gigante de flores en la plaza

las que día a día se embellecen
gracias a su calor
                       a su injusta niñez

sueña con padres
solo en sueños

solloza dormido
ama dormido
un amor exhausto

y su semáforo
con el amarillo intermitente
le acaricia el pelo

hasta que el sol entibie la mañana
para convertirse de nuevo en hombre

limpiándole parabrisas a la ignorancia
pidiéndole moneditas al desconsuelo

aguardando que hoy
o mañana
o pasado

sus pequeñas manos
se llenen de cielo

domingo, 14 de abril de 2013

Eterno final

el amor es un ególatra
que se inmiscuye
entre vos y yo

en el roce de nuestras manos
y la copa de la esencia que jamas saboreó nadie

en tus pies tibios que los míos quieren rozar
en nuestra idea de liberar al mundo
                                             
pero nos apartamos de él
porque queremos ser solo dos

e invadir la fuerza de lo abstracto
y dejarnos llevar hacia colores nuevos

solo nuestros

donde no nos lastime
una gota de lluvia

un sueño distraído

y nuestros pliegues se unan
hasta el eterno final

martes, 2 de abril de 2013

Volviendo a casa

va rotando la integridad
sobre este asfalto húmedo
                                 cuando transmuta la tarde

cuando se arroja al sol
                              detrás de nubes moradas
que solo saben llorar

pero la vida arremete con garras
y tropieza
se cae
se levanta

y sigue

entre estos callejones con muros cegados

donde no cabe una pregunta
una caricia
una uña encarnada

ni un pelo
ni una mano tibia

se desmaya el atardecer
en este día que está envejeciendo

mientras continúan los seres
                                     blindados de metal y ruedas

de maquinitas de charlar

esas corazas que te hacen mejor o superior

Abandono el monstruo con pasamanos
porque quiero mojar mi cara
mi razón

sentir lo interno
lo ínfimo

correr a contra viento
agigantar mis sueños

perder la ira
amedrentar nostalgias

y arrodillarme exhausto
ante el más mentiroso

de los silencios


naciendo

 hay ahí una eternidad un sendero donde me paro y mis manos son íntimas placebo de sus pieles voces de mi intelecto a quién acudo de vez en ...