Escóndeme en el silencio
de los amantes,
en la rebelión
de tus deseos.
Sumérgeme en las raíces
de tus jadeos,
en los inicios
del sentimiento.
Úngeme cual nutrientes
en tu epidermis,
cual dulce jalea
en tus pendientes.
Úneme a tus amantes
y sus banderas,
a los infantes
de tus praderas.
Yérgueme en el poniente
de tus defensas,
en la sorpresa
de atardeceres.
Arrópame con los vestigios
de tus victorias,
con las cadenas
de tu pasión.
Cortéjame y fúndeme
en ti,
Revolución.