sábado, 15 de mayo de 2021

inti

 se desvanece 

                 tras la negrura del bosque 

extirpa su día

                 para venirse sobre la noche


tan viejo como el Universo 

arrastra la soledad        y se condena 

a lo eterno 

como un aborigen hincado 

                          renace con su pecho ígneo 


así vive las horas 

junto a las umbras de 120.000 kilómetros

atorado de dar vida 

su precio lo hace inasequible         por eso 

nos condena a no verle las pupilas 


a beberle todo el calor del verano 

aguardarlo aciagos en los tiempos invernales 

junto a los martirios helados 

hasta que llega  

                      y le pone dientes a las bocas 


está ahí               anunciando la divinidad 

abrasando los terrones 

las pelambres de la hierba 

el corazón de los mortecinos 


sacrifica las horas       de julio  de agosto 

para mimar a la luna 

al goteante amigo de la nocturnidad  

que une ambas manos 


retorna           mostrando su silueta al mar 

se mira en él         creando una obra pictórica 

una saliva de colores 

entonces 

                allí se desangra 

sobre la inmensidad 

 





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