con tan sólo una saliva
se comería el mundo
detrás de una nube
simula ser la luna
hasta que nos deja ciegos
su ojo infinito
incauto con flama poderosa
perpetrando al iris
de quienes lo creen un dios absorto
en su manantial de fuego
su lava negra nos da
un escarmiento ensimismado
sobre nuestra memoria
nos astillan sus espejos desmedidos
su corola y corolario
arrastran las bocas por el pedregal caliente
su cuerpo sonoro e impávido se entrega
hasta que con un guiño arrebolado
le abre paso
a la nocturnidad
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