hay ahí una eternidad
un sendero donde me paro
y mis manos son íntimas
placebo de sus pieles
voces de mi intelecto
a quién acudo de vez en cuando
un sorbo en la sal de mi lengua
un estar en su adentro
en el afuera de su belleza
de su cuerpo cobrizo y llano
en las ondulaciones del torso
dónde me acuno y río y lloro
porque amo sus latidos
la libertad que nos plasma
en la utopía más verás
más ingenua y viva
somos preguntas respuestas
alma novedosa
dónde nacemos
a diario