en la plaza los vasos desperdiciados
las ropas venteadas hielo entretejido
la duermevela se hizo añicos
son cuatro o cinco escondidos
entre las telas mi rabia espanta
la tristeza primigenia
la injusta manía del poder de la avaricia
yo malherido por el asombro
por los goznes de la impronta
argüí con desesperación
con improperios muy puteadores
y sobre los cuerpos de escarcha
las toneladas de la vida
el sinsabor que emana
toda la impotencia ante tanto
hay un imán de sorpresas
tras la puerta supuesta
dentro del cochecito de bebé
donde el futuro es tan inexistente
como su casa
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