miércoles, 26 de agosto de 2020

mortum

En una casa fúnebre de la ciudad de Mar del Plata, un grupo de personas despedía a un ser amado. Se abrazaban, sollozaban, sufrían, lloraban.
De a poco se fueron retirando, cabizbajos, meditabundos e incrédulos.
Un hombre le preguntó a otro de unos 45 años, barba entrecana, con el casco puesto, a punto de subirse a la moto junto a su compañera- ¿vas? 
Sí, nos vemos allá- respondió con tristeza.
Un cuerpo yacía dentro del coche negro.
Almitas coloridas revoloteaban las cabezas de cada cual.

No hay comentarios:

naciendo

 hay ahí una eternidad un sendero donde me paro y mis manos son íntimas placebo de sus pieles voces de mi intelecto a quién acudo de vez en ...