jueves, 7 de diciembre de 2017

antídotos

sobre la silla en que duerme mi voz
se despiertan las vacas de la curiosidad
apenas              esgrimen un lento pestañeo
de niños agobiados

con qué maquina se hace la mañana
acongojada de todo

voz gritona          donde arremete la retórica añadida
a cada una de mis cuerdas
ese olor a árbol vívido                     de rodillas marcadas
tempestades de auxilio en sus brazos al cielo

venenos que asfixian el habla
en los puñetazos de antídotos poéticos

no es un canto de violonchelo aturdido
sino un reclamo a tañido limpio
a gong emplazado entre la frente
quirquinchos iniciando la cueva hacia el porvenir

boca tálamo
donde mi lengua se agudiza

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