la mano sabia de un ciego
en la grieta de tu garganta
como un cactus se asoma al centro de mi luz
voz acéfala que sostiene mariposas
al final de estos brazos
alojando la tibieza de tu sangre
ese cálido derrame frente al ceño estupefacto
caricias emancipando labios contra labios
almas coronadas de mburucuyá
delicias de la infancia
florecen las veredas desandadas
en esta travesía de metatarsos silenciosos
acumulando infinitos
mi rostro tembloroso en el espejo
que atraviesa las achiras
desde de esos tiempos en que la vida
no estaba fraccionada
ni mi dedos se hundían en la espesura de los años
mientras las palabras retornan
a estos días equidistantes
la incertidumbre juega a darme la mano
como un niño
que sostiene su inocencia
...y pensé en los contrastes malditos que hay, entre un viaje al espacio y un niño sin pan... Silvio Rodríguez
miércoles, 14 de diciembre de 2016
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