madre tímida ignoraba
antes de ponerles las alas encima
lechosa hasta el vientre mientras comían el blanco del avión
no comprendía cómo se habían modificado
sus piernas sus caderas esas pieles divididas
lentos le fueron quedando cada uno de los pasos
los vértices de su sacrificio
el pelo ralo que un día fue crespa
parra dulce
propilizó los cuerpos de sus hijos
esterilizando la pureza de sus nacimientos
y comenzó a gritar a comerse corazones odiosos
hasta reivindicar el canto de las mañanas
entre cresta y cresta
para absorber todo el veneno misturado
en las heridas de los suyos
y esculpirlo en la semillas del dinero
para decirles con ternura todo el hielo
toda la muerte sobre sus clavículas
para tomar de la ruta sus dos lados
acumular nieblas rocíos
y disolverlos en la boca de los pobres
...y pensé en los contrastes malditos que hay, entre un viaje al espacio y un niño sin pan... Silvio Rodríguez
sábado, 17 de febrero de 2018
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