miércoles, 11 de enero de 2017

adivino

me amarrás la silenciosa nervadura
la cadencia de mi piel

en el estuche donde alojo los sentidos
yace la dormilona melanco

zurcimos con los sueños
el perfume a alma extraviada

hay chillidos cercanos a tu claridad húmeda
entre las diez y diez de la mañana
y de la noche también

mi parte invadiendo los esteros
impacientes clamores
expulsando los salvajes impulsivos del deseo

crepita la rebeldía         la cerrazón de tu aliento

y yo
con mi calavera entre las manos
predigo el futuro

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