domingo, 19 de abril de 2015

En la ciudad del no me olviden

no es desequilibrio

son las hojas desangrándose
en un árbol otoñal
las que luego morarán eternas
debajo de chicles añejos
y veredas dormidas

observadas por edificios
con ropas de trabajo

donde descansan
asientos gastados

mientras los conejos crecen sobre techos solitarios
con  colores frenéticos

tan bellos
como aulas de segundo grado

viendo pasar hombres
que eclosionan en remeritas  a la moda
y escarchas sin pantalón

cubriendo los resortes
de una verdad


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