a Manuel y Serena
Has conocido el verde césped,
has sabido de casas elegantes,
y de los buenos modales
con gente distinguida y respetuosa
que no conoce la sed.
Has conocido el duro pasto,
has sabido de la seca tierra
y de los buenos y sencillos modales,
con gente común y respetuosa
que conoce la sed.
Has sabido saciar mi sed
de padre mendigo,
has unido mi piel seca y crujiente
al cordón de tu ombligo.
Has logrado ser sabio apenas nacido
y sabes estar a la altura
de gente distinguida,
con buenos modales,
como con gente común
y respetuosa sin olvido.
Has sabido de la rabia
que el vientre de tu madre
provoca en ti.
Una rabia llena de amor,
dulzura, ternura y vida
que provocas en mi.
Y tu! Desde allí dentro
inquieta, bella y curiosa,
provocas en mi indiferencia
hacia una flor o una mariposa.
Aún no he visto tu rostro
y sé que serías la musa
de cualquier parnaso
sin inspiración, hecho pedazos.
Ustedes son mi energía,
mi sangre, mi voz,
el agua que me hidrata,
el sol que me entíbiese
y mi piel que crujía.