Pasea burda la dignidad
con su casaca blanca, impecable
y a cada paso aparece la maldad,
escupiendo de su veneno,
tratando de manchársela,
implacable.
Pero ella despide feliz al atardecer
que marcha a buscar el mañana
que está por nacer.
Cela inocente a su hermana, la luna
que está al caer.
La pupila gigante, fija en su paso,
con zapato gastado
bendice cada parnaso,
que abriéndole camino
va quedando a un costado.
Osa Mayor y Casiopea
a su merced,
en una mano el acervo
en la otra mano una red.
Cazando al vuelo malignos
y un séquito a sus pies.
Exterminando indignos,
sumando bondades a su vez.
Se enfrenta cara a cara
al futuro que le regala una flor
y sin mediar palabra
se cubren tan solo de amor.
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